(JOSEBA ELOLA 13/05/2007, "El País")
No tiene piernas de rodilla para abajo, pero corre más que usted; a menos que usted esté clasificado para los Juegos Olímpicos de Pekín. Oscar Pistorius es un atleta surafricano de 20 años superdotado. Un hombre que está colocando a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) ante una incómoda encrucijada: ¿le dejan o no le dejan participar en los Juegos Olímpicos?, ¿las cheetahs, sus prótesis de competición, son una ventaja o una desventaja?
"Personas así no nacen todos los días", dice su entrenador, Ampie Louw. "Los que le están cerrando el paso en la IAAF no tienen ni idea. Sus prótesis suponen una desventaja del 10% con respecto a una pierna normal". Víctor Gutiérrez, atleta canario que esta tarde correrá junto a él en Manchester en la Copa del Mundo Paralímpica Visa, apoya su causa: "Es un megacrack. Al resto nos deja en evidencia". Pistorius registra 46,34 segundos en los 400 metros. Para ir a Pekín necesitaría bajar a 45,50 segundos y un cambio en las normas de la IAAF, que acaba de prohibir el uso de "ayudas técnicas" a todos los atletas.
Tenía 13 meses cuando sus padres, Henke y Sheila, tuvieron que tomar la decisión más dramática de su vida: amputar o no amputar al bebé. Si no lo hacían, la malformación en sus huesos iría degenerando y le crearía serios problemas en la adolescencia. Si se erradicaba el problema de raíz, el niño aprendería a manejarse desde pequeño con prótesis. "Siempre he pensado que la decisión de mis padres fue la adecuada", confiesa Pistorius, recostado en un sofá del hotel donde se aloja en Manchester. Sobre la moqueta descansan las cheetahs.
Nadie diría que lleva dos prótesis viendo cómo se mueve. Aprendió a caminar con ellas. Son parte de él. Por eso corre tanto, argumenta. Eso sí, siempre tuvo acceso a los mejores modelos del mercado. Su padre dirige una mina de cal en Pretoria. Cada nueve meses se las renovaba, según iba creciendo. Nunca se reparó en gastos.
A él lo que le gustaba era el rugby. En el colegio jugaba al fútbol y al tenis, pero lo suyo era el rugby. Hasta que, a finales de 2003, una lesión en la rodilla le obligó a abandonarlo y se pasó al atletismo. Ampie Louw se quedó boquiabierto la primera vez que le vio corriendo en la Universidad de Pretoria. Desde ese mismo día es su entrenador.Pistorius es un tipo guapo y sonriente. Ojos verdes, pelo corto con mechas rubias; fuerte, pero no exageradamente musculado. Sobre la mesa tiene dos ofertas de Hollywood para llevar su historia a la gran pantalla. En una le ofrecen interpretarse a sí mismo, en la otra proponen a un actor profesional.
En su país es toda una estrella. Un ídolo de fans; muchos de ellos, chicas. Su entrenador le define como un chico sensible y buena gente. "Le gustan los coches, estar con su chica, es imprudente. Pero está muy centrado en lo que quiere". Los patrocinadores también se lo disputan: presta su imagen a Visa, Honda, Ossur, Nike y Oakley. Víctor Gutiérrez, veterano atleta canario, dice que es un chico espontáneo y natural: "Va muy rasito, pegado al suelo, no como otros fantasmones, casi siempre norteamericanos: lo primero que hace al acabar una carrera es felicitar a sus rivales".
Su madre murió hace cinco años. Pero su filosofía es seguir siempre adelante, sea cual sea el contratiempo. Estudia empresariales y espera crear una cadena de restaurantes con franquicias en Nueva York, Londres y Johanesburgo. Pero ése es un sueño a largo plazo. A corto, sueña con convertirse en el primer atleta paralímpico que disputa unos JJ OO.
¿Dónde termina el esfuerzo humano y dónde empieza la tecnología? La IAAF publicó en marzo una norma que impide toda "ayuda técnica" a los atletas. Pretende, entre otras cosas, que los fabricantes de zapatillas no desvirtúen la competición con sus avances tecnológicos. "Nadie de la IAAF ha venido a ver cómo son las prótesis", dice Pistorius, "no han hecho un informe. Será una discriminación si no toman su decisión con una prueba". Nick Davies, portavoz de la IAFF, plantea dudas: "¿No se podría sugerir que Oscar es tan especial debido básicamente a sus prótesis? Si fuera un atleta sin discapacidad y obtuviese progresos tan rápidos [¡cuatro segundos en los primeros meses en que empezó a competir!], no sería lógico estar sorprendidos y tal vez pensar que semejantes progresos sólo podrían deberse al dopaje?". El consejo de la IAAF se reunirá de nuevo en agosto. Pistorius espera que se replanteen su caso y mantiene sus esperanzas. "La verdad, soy optimista".
El campeón y los 'sprints' de su perro 'Capone'
A OSCAR PISTORIUS no le gusta aparcar en sitios reservados para personas con discapacidad. "Una señora mayor puede necesitarlo más que yo. No me considero un discapacitado, puedo hacer las mismas cosas que una persona con piernas, mira como corro. Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad".Se levanta todos los días a las siete de la mañana. Hora y media de gimnasio, sesión con el fisioterapeuta, y tres horas y media de entrenamiento por la tarde. Lo que más le gusta es salir a correr por los campos de rugby de Pretoria con Capone, su perro, un Jack Russell terrier. "A ese sí que no le gano esprintando".En Suráfrica compite con los atletas sin discapacidad. También lo ha hecho en Alemania y Holanda. Hace tres semanas, quedó segundo en una prueba en Durban. En 200 metros su marca es 21,58 segundos (el oro olímpico de 2004 estuvo en 19,79); en la prueba reina, los 100 metros, registra 10.91 (9.85 fue el oro olímpico en 2004). Sus cheetahs se componen de un cuerpo donde él inserta el muñón y de una hoja de fibra de carbono, en forma de sinuosa ele, que acaba en el punto de apoyo, réplica de la suela de una zapatilla para correr. En el Reino Unido le llaman Blade Runner [en inglés: blade, lámina; runner, corredor]. En Suráfrica, Sea Biscuit, en recuerdo de aquel legendario caballo de carreras de los años 30 famoso por su lentitud en el arranque y sus impresionantes últimos metros.
(Finalmente Oscar no competirá en las olimpiadas pues la IAAF determinó que las prótesis le dejaban en una posición ventajosa frente al resto de competidores.)
No tiene piernas de rodilla para abajo, pero corre más que usted; a menos que usted esté clasificado para los Juegos Olímpicos de Pekín. Oscar Pistorius es un atleta surafricano de 20 años superdotado. Un hombre que está colocando a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) ante una incómoda encrucijada: ¿le dejan o no le dejan participar en los Juegos Olímpicos?, ¿las cheetahs, sus prótesis de competición, son una ventaja o una desventaja?
"Personas así no nacen todos los días", dice su entrenador, Ampie Louw. "Los que le están cerrando el paso en la IAAF no tienen ni idea. Sus prótesis suponen una desventaja del 10% con respecto a una pierna normal". Víctor Gutiérrez, atleta canario que esta tarde correrá junto a él en Manchester en la Copa del Mundo Paralímpica Visa, apoya su causa: "Es un megacrack. Al resto nos deja en evidencia". Pistorius registra 46,34 segundos en los 400 metros. Para ir a Pekín necesitaría bajar a 45,50 segundos y un cambio en las normas de la IAAF, que acaba de prohibir el uso de "ayudas técnicas" a todos los atletas.
Tenía 13 meses cuando sus padres, Henke y Sheila, tuvieron que tomar la decisión más dramática de su vida: amputar o no amputar al bebé. Si no lo hacían, la malformación en sus huesos iría degenerando y le crearía serios problemas en la adolescencia. Si se erradicaba el problema de raíz, el niño aprendería a manejarse desde pequeño con prótesis. "Siempre he pensado que la decisión de mis padres fue la adecuada", confiesa Pistorius, recostado en un sofá del hotel donde se aloja en Manchester. Sobre la moqueta descansan las cheetahs.
Nadie diría que lleva dos prótesis viendo cómo se mueve. Aprendió a caminar con ellas. Son parte de él. Por eso corre tanto, argumenta. Eso sí, siempre tuvo acceso a los mejores modelos del mercado. Su padre dirige una mina de cal en Pretoria. Cada nueve meses se las renovaba, según iba creciendo. Nunca se reparó en gastos.
A él lo que le gustaba era el rugby. En el colegio jugaba al fútbol y al tenis, pero lo suyo era el rugby. Hasta que, a finales de 2003, una lesión en la rodilla le obligó a abandonarlo y se pasó al atletismo. Ampie Louw se quedó boquiabierto la primera vez que le vio corriendo en la Universidad de Pretoria. Desde ese mismo día es su entrenador.Pistorius es un tipo guapo y sonriente. Ojos verdes, pelo corto con mechas rubias; fuerte, pero no exageradamente musculado. Sobre la mesa tiene dos ofertas de Hollywood para llevar su historia a la gran pantalla. En una le ofrecen interpretarse a sí mismo, en la otra proponen a un actor profesional.
En su país es toda una estrella. Un ídolo de fans; muchos de ellos, chicas. Su entrenador le define como un chico sensible y buena gente. "Le gustan los coches, estar con su chica, es imprudente. Pero está muy centrado en lo que quiere". Los patrocinadores también se lo disputan: presta su imagen a Visa, Honda, Ossur, Nike y Oakley. Víctor Gutiérrez, veterano atleta canario, dice que es un chico espontáneo y natural: "Va muy rasito, pegado al suelo, no como otros fantasmones, casi siempre norteamericanos: lo primero que hace al acabar una carrera es felicitar a sus rivales".
Su madre murió hace cinco años. Pero su filosofía es seguir siempre adelante, sea cual sea el contratiempo. Estudia empresariales y espera crear una cadena de restaurantes con franquicias en Nueva York, Londres y Johanesburgo. Pero ése es un sueño a largo plazo. A corto, sueña con convertirse en el primer atleta paralímpico que disputa unos JJ OO.
¿Dónde termina el esfuerzo humano y dónde empieza la tecnología? La IAAF publicó en marzo una norma que impide toda "ayuda técnica" a los atletas. Pretende, entre otras cosas, que los fabricantes de zapatillas no desvirtúen la competición con sus avances tecnológicos. "Nadie de la IAAF ha venido a ver cómo son las prótesis", dice Pistorius, "no han hecho un informe. Será una discriminación si no toman su decisión con una prueba". Nick Davies, portavoz de la IAFF, plantea dudas: "¿No se podría sugerir que Oscar es tan especial debido básicamente a sus prótesis? Si fuera un atleta sin discapacidad y obtuviese progresos tan rápidos [¡cuatro segundos en los primeros meses en que empezó a competir!], no sería lógico estar sorprendidos y tal vez pensar que semejantes progresos sólo podrían deberse al dopaje?". El consejo de la IAAF se reunirá de nuevo en agosto. Pistorius espera que se replanteen su caso y mantiene sus esperanzas. "La verdad, soy optimista".
El campeón y los 'sprints' de su perro 'Capone'
A OSCAR PISTORIUS no le gusta aparcar en sitios reservados para personas con discapacidad. "Una señora mayor puede necesitarlo más que yo. No me considero un discapacitado, puedo hacer las mismas cosas que una persona con piernas, mira como corro. Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad".Se levanta todos los días a las siete de la mañana. Hora y media de gimnasio, sesión con el fisioterapeuta, y tres horas y media de entrenamiento por la tarde. Lo que más le gusta es salir a correr por los campos de rugby de Pretoria con Capone, su perro, un Jack Russell terrier. "A ese sí que no le gano esprintando".En Suráfrica compite con los atletas sin discapacidad. También lo ha hecho en Alemania y Holanda. Hace tres semanas, quedó segundo en una prueba en Durban. En 200 metros su marca es 21,58 segundos (el oro olímpico de 2004 estuvo en 19,79); en la prueba reina, los 100 metros, registra 10.91 (9.85 fue el oro olímpico en 2004). Sus cheetahs se componen de un cuerpo donde él inserta el muñón y de una hoja de fibra de carbono, en forma de sinuosa ele, que acaba en el punto de apoyo, réplica de la suela de una zapatilla para correr. En el Reino Unido le llaman Blade Runner [en inglés: blade, lámina; runner, corredor]. En Suráfrica, Sea Biscuit, en recuerdo de aquel legendario caballo de carreras de los años 30 famoso por su lentitud en el arranque y sus impresionantes últimos metros.
(Finalmente Oscar no competirá en las olimpiadas pues la IAAF determinó que las prótesis le dejaban en una posición ventajosa frente al resto de competidores.)
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