Al igual que sucede con diferentes fenómenos relacionados con la exclusión social (discriminación por sexo, raza, orientación sexual, nacionalidad...), la discapacidad nos muestra en qué parámetros se basa una sociedad para valorar la dignidad humana, esto es, qué personas son consideradas ciudadanas de pleno derecho, formal y real y quienes son relegadas, de hecho, a un segundo plano, a la invisibilidad.
Cada año, con ocasión del Día Internacional de las Personas con Discapacidad se nos recuerda con especial énfasis que la discapacidad es, más que una condición personal, el resultado de la interacción entre las personas con determinadas disfunciones físicas, psíquicas o sensoriales y las barreras del entorno que impiden su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. A veces las barreras se erigen por actitudes de incomprensión y de desidia. Así pues la discapacidad depende de la deficiencia, pero también del diseño del entorno. Los avisos acústicos en los semáforos, las rampas de las aceras, las campañas de sensibilización de los sindicatos, las cláusulas sociales en los convenios, las ayudas para adaptaciones de puesto de trabajo o los incentivos económicos para la contratación de personas con discapacidad son acciones y medidas que debieran multiplicarse para hacer efectiva la ley e incrementar el nivel de autonomía de determinadas personas.
Todos los días del año y especialmente cada 3 de diciembre, las personas con discapacidad reivindican su derecho a llevar una vida independiente. Probablemente sus logros se ven empañados por la escasez de datos que permitan establecer comparaciones y los pocos que hay nos indican que la Comunidad Valenciana es un territorio en el que se evidencian especialmente las barreras que estas personas tienen para acceder al empleo (eso se desprende de recientes sobre Discapacidad y Empresa), por ser una de las autonomías donde más se incumple la cuota de reserva prevista en la ley (LISMI) o que entre las causas que originan las disfunciones también se observan diferencias de género, pues los hombres suponen el 77,96 % de los casos en que la discapacidad tiene su origen en un accidente laboral o en una enfermedad profesional y por su parte, las mujeres representan el 74,22 % de los casos en que el origen de la discapacidad se debe a un accidente doméstico.
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Discapacidad y ciudadanía
La Gaceta de El Camp de Morvedre 30/11/2007
Cada año, con ocasión del Día Internacional de las Personas con Discapacidad se nos recuerda con especial énfasis que la discapacidad es, más que una condición personal, el resultado de la interacción entre las personas con determinadas disfunciones físicas, psíquicas o sensoriales y las barreras del entorno que impiden su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. A veces las barreras se erigen por actitudes de incomprensión y de desidia. Así pues la discapacidad depende de la deficiencia, pero también del diseño del entorno. Los avisos acústicos en los semáforos, las rampas de las aceras, las campañas de sensibilización de los sindicatos, las cláusulas sociales en los convenios, las ayudas para adaptaciones de puesto de trabajo o los incentivos económicos para la contratación de personas con discapacidad son acciones y medidas que debieran multiplicarse para hacer efectiva la ley e incrementar el nivel de autonomía de determinadas personas.
Todos los días del año y especialmente cada 3 de diciembre, las personas con discapacidad reivindican su derecho a llevar una vida independiente. Probablemente sus logros se ven empañados por la escasez de datos que permitan establecer comparaciones y los pocos que hay nos indican que la Comunidad Valenciana es un territorio en el que se evidencian especialmente las barreras que estas personas tienen para acceder al empleo (eso se desprende de recientes sobre Discapacidad y Empresa), por ser una de las autonomías donde más se incumple la cuota de reserva prevista en la ley (LISMI) o que entre las causas que originan las disfunciones también se observan diferencias de género, pues los hombres suponen el 77,96 % de los casos en que la discapacidad tiene su origen en un accidente laboral o en una enfermedad profesional y por su parte, las mujeres representan el 74,22 % de los casos en que el origen de la discapacidad se debe a un accidente doméstico.
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Discapacidad y ciudadanía
La Gaceta de El Camp de Morvedre 30/11/2007
Etiquetas: cuota de reserva, lismi
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